Jerusalem Unida
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- Publicado: Sábado, 16 Noviembre 2019 03:27
“ Y será en aquel día, que yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren, serán despedazados, bien que todas las gentes de la tierra se juntarán contra ella” (Zac. 12:3 y 14:2-4).
Dijo el Apóstol Pedro estando en vida a los hermanos de entonces: “Por esto, yo no dejaré de amonestaros siempre de estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente” (2 Pedro 1:12). Y si esto dijo él, hablando con relación al comportamiento y conocimiento en la vida diaria de los cristianos, es aún más imperativa ahora la expresión, cuando se trata del cumplimiento profético que está ligado directamente con la redención de la Iglesia del Señor. El tema al que aquí hago alusión, una vez más, o sea de las profecías actuales con respecto a la Ciudad de Jerusalén, no es algo nuevo en las páginas de la revista.
\Antes por lo contrario, ha sido algo que Dios me ha movido a mencionar continuamente, tanto por la letra como por las ondas de radio y en los pulpitos, por la sencilla razón de que me desespera ver la profunda ignorancia que hay en la vida de muchos cristianos (y aun de ministros) con respecto a “este misterio” (Rom.11:25), que se refiere a la relación indisoluble que existe entre la Iglesia del Señor y de Israel, su Pueblo.
Estoy consciente que estamos viviendo en los últimos días en que, de parte del Señor, está viniendo luz a los corazones de muchos cristianos con relación a esta importantísima verdad y, precisamente en los que hemos recibido revelación para entenderla, pesa ahora la responsabilidad de llamar la atención sobre ello a nuestros hermanos y a nuestros prójimos, porque el tiempo es cumplido y la segunda venida del Señor está a las puertas. La relación intima entre la raza Judía y la Iglesia está simbólicamente descrita en dos personajes: Noemí la Israelita y Ruth la Moabita (Ruth 1:16). El Señor por su parte, hablando con una mujer que no era del pueblo Judío, dijo: “Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros (Israel) adoramos lo que sabemos: porque la salud (salvación) viene de los Judíos” ( Juan 4:22).
El cristianismo desviado no ve ni acepta esta realidad, pero el cristiano fiel no solamente entiende y lo acepta, más aún, se regocija en ello. El tema es muy extenso y hay mucho que decir sobre ello, pero por esta vez me reduzco a llamar la atención a mis lectores sobre los acontecimientos actuales que tienen que ver muy directamente con el texto bíblico profético que encabeza este breve artículo.
Mientras el pueblo Judío no estaba de regreso en la tierra, ni establecido como un Estado autónomo y la Ciudad de Jerusalén (la antigua, dentro de las murallas) no estaba en poder nuevamente de ellos, las profecías descritas no podían tener su cumplimiento. Pero pasó el tiempo del esparcimiento señalado por el Señor, o sea, los 1,897 años que transcurrieron desde el año 70 hasta 1967 (léase Lucas 21:24) y la Ciudad volvió a manos del Pueblo del Libro, y en los últimos años el mundo entero, no solamente los cristianos, han visto cumplirse paso a paso, en forma inexorable, las Escrituras proféticas descritas.
Para la fecha presente, ni el escéptico mas empedernido puede negar el hecho de que la Ciudad de Jerusalén se ha convertido en la “manzana de la discordia” (usando un término popular para que se entienda), entre todas las naciones de la tierra. El 30 de julio de 1980 el Parlamento Israelita pasó la Ley declarando a Jerusalén Unida (la parte moderna y la ciudad antigua) como la Capital eterna de Israel. Esa resolución provocó una explosión política universal, la cual a su vez, empezó a preparar inexorablemente el escenario para lo que todos temen y nadie desea: LA TERCERA CONFLAGRACION MUNDIAL, que es nada menos que la última guerra que habrá de estallar para dar lugar a la APARICION GLORIOSA DEL GRAN DIOS Y SALVADOR NUESTRO JESUCRISTO.
Por mi parte, mis amados hermanos y lectores, mientras el tiempo del fin va llegando a su meta, seguiré insistiendo en llamar la atención sobre la señal de “la higuera” a la generación del Siglo XX, que es a su vez, la generación que dijo el Señor que no habría de pasar antes de que todas las cosas acontecieran (Léase Mateo 24:32-35). Si algunos de mis hermanos o lectores desean alguna explicación más amplia sobre este importantísimo tema, estamos a sus órdenes para servirles. Pastor Efraím Valverde, Sr.