El Señorío

Escribir un comentario

“Ruego a los ancianos... apacentad la grey de Dios... y no como teniendo señorío... y cuando apareciere el Príncipe de los pastores.”

1 Ped. 5:1-4

Como ministros, nosotros tenemos la obligación de enseñar al pueblo de Dios, y hacemos bien en cumplir con ese sagrado deber. Pero cuántas veces pasa el tiempo y descuidamos el enseñarnos nosotros, los enseñadores. Pienso, creo y acepto que no solamente es conveniente mas aun es necesario, que nos señalemos unos a otros como ministros, las cosas que nos conviene no olvidar a fin de ser buenos siervos de Jesucristo.

Nuestro hno. Pedro apóstol ya experimentado en el trabajo del Señor, escribe esta súplica a los pastores, denotando en ello un problema ya para entonces existente: El señorío. Esa tendencia humana es muy natural y no podemos negar que hasta hoy día es una “enfermedad”que nos sigue haciendo daño. Mientras al humano no le sea dada autoridad, está fuera de peligro, pero en cuanto la obtiene queda expuesto a este mal. El ministerio de la Iglesia de Cristo no ha sido la excepción, antes más bien, ha sido un terreno muy fértil para que crezca esa mala hierba.

Para poder desempeñar efectivamente el ministerio, es indispensable tener autoridad; ocupar un lugar con autoridad.Repito que es indispensable la potestad para el ministerio efectivo. Mas ahí es precisamente en donde necesitamos usar mucha ciencia y cuidado, porque el derecho, la autoridad y la potestad, son facultades que nos han sido conferidas de parte de nuestro Dios para que las usemos dentro de una balanza muy delicada que solamente Él nos puede ayudar a manejar, porque que fácil es ladearnos y empezar a sentirnos dueños del “puesto” y de aquellos a quienes presidimos. Repito, es una balanza muy difícil de usar. ¿Ver la del otro? ¡Oh! eso es fácil. Medir bien la propia es lo que no es fácil, ¿verdad, hermano míos?.

Mi Cristo dijo que los mayores debemos ser servidores, y a veces aun lo predicamos, pero la realidad es que de corazón, como que no lo creemos, porque si lo aceptáramos en toda su verdad, muchos de los problemas que tenemos se acabarían; nos trataríamos con más amor, respeto y reconocimiento, y no andaríamos queriendo sobresalir en todo o reclamando que nuestra opinión debe ser la ley. Al entender este desvió, nos dejaríamos de muchas rivalidades abiertas y ocultas, nos ayudaríamos más unos a otros y buscaríamos la honra para nuestro compañero y no para nosotros mismos.

Estas cosas existen entre el pueblo de Dios, pero muchas veces los pobrecitos las han aprendido de nosotros (los ministros) y, ¿cómo los vamos a enderezar? Pues ¡enderezándonos nosotros primero! ¡Qué cuadro tan triste es un ministro hinchado, potestoso y engreído! Mi Cristo no fue así, Él fue humilde.

Hermano mío, ora por mí, yo quiero hacer mi parte, ¿y tú? Dios tenga misericordia de nosotros y nos bendiga.

ÉL SÍ ES SEÑOR, ¡tú y yo no!

-Pastor Efraim Valverde, Sr.

Agregar al comentario aquí...
Eres un visitante
o escribir como visitante
Cargando al comentario... El comentario se renovará después de 00:00.

Sea el primero en agregar un comentario.

Donaciones

Templo Filadelfia
PO BOX 10271
Salinas, CA 93912
o contáctenos al 831-422-5024 / evalverde@evalverde.com

México puede donar en nuestra cuenta Banamex:
Número de cuenta: 4206 - 13939

También aceptamos donaciones por internet (de clic en el botón):
Donaciones